Oír sonidos que son simplemente sonidos hace que la mente teorizadora comience inmediatamente a teorizar, y los encuentros con la naturaleza despiertan constantemente las emociones de los seres humanos. ¿Una montaña no nos produce un involuntario sentimiento de asombro? ¿Unas nutrias en un
riachuelo, un sentimiento de alborozo? ¿Una noche en el bosque, un sentimiento de miedo? ¿No es cierto que la lluvia al caer y la niebla al levantarse sugieren el amor que une a la tierra y al cielo? ¿No es repugnante la carne en descomposición? ¿No nos provoca dolor la muerte de un ser querido? ¿Y hay un héroe más grande que la más humilde planta cuando crece? ¿Qué hay más furioso que el destello del relámpago y el sonido del trueno? Estas réplicas a la naturaleza son mías, y no se
corresponden necesariamente con las de otro. La emoción se produce en la persona que la siente. Y los sonidos, cuando se les permite ser ellos mismos, no requieren que quienes los oigan lo hagan insensiblemente. La capacidad de respuesta implica lo contrario.
Nueva música: nueva actitud al escuchar. No un intento de comprender algo
que se dice, pues si algo se dijera se daría a los sonidos forma de palabras. Simplemente
prestar atención a la actividad de los sonidos.
A menudo se cita a los románticos de ser "emocionales", de dejarse llevar por las pasiones que los rodean. Sin embargo, no se alejan demasiado los contemporaneos del siglo XX de ellos. Son como niños con un juguete nuevo, intentando experimentar con él de todas las formas posibles. Suele existir una gran incomprensión hacia los artistas de esta época, pero se podría entender si nos fijamos en que consistió en un segundo "Siglo de las luces", repleto de innovaciones. ¿Quién podría atarse a las formas clásicas del pasado cuando están rodeados de avances científicos que abren tantas puertas al mismo tiempo. A esto se le suma además un nuevo concepto, el de la absoluta liberación del artista. El ser capaz de hacer prácticamente cualquier cosa en un escenario habría sido impensable sólo hace cincuenta años antes. Y cuando tanto las barreras tecnológicas y representativas han sido eliminadas, ¿cómo podríamos llamar "rara" a este tipo de música? En todo caso sería normal: normal, teniendo en cuenta la época que con gusto vivieron.
Quién sabe. Igual Bach, si hubiese podido, habría sido un rockero salvaje. Con corsé. El corsé habría sido indispensable.